De nuevo aquí compartiendo, más bien, intentando compartir aquello que ronda en mi mente. Pensar es fácil, pero transmitir... eso ya es otra cosa.
Ayer salí a andar con el fin de practicar deporte, lo que viene a ser una hora caminando a buen ritmo. Hacía tiempo que no salía debido a las temperaturas, (lo suelo sustituir con la cinta en el gimnasio) así que decidí retomar esta práctica. Fue una experiencia insólita y sorprendente de nuevo; despertó mis tres de los cinco sentidos de una manera sensacional. Para la vista era un verdadero espectáculo, el color de los campos sembrados de cebada que van tiñéndose poco a poco por el calor del sol, hasta llegar a un tono dorado majestuoso; también, el colorido tan dispar de la floración silvestre como: el rojo de las amapolas, el blanco y amarillo de las margaritas, las diferentes flores con distintas tonalidades de amarillos, morados, blancos, y en medio de tal escenario variopinto, un diente de león erguido y presuntuoso, esperando a ser vapuleado por el viento y así esparcir sus bellos remolinos.
Para el sentido del olfato podría definirlo como extraordinario; un conjunto de aromas frescos y suaves, el cual, jamás podrá ser imitado por ningún hombre, ¡impregnaba el lugar! y todo ello, transportado por un suave viento que hacía que el sentido del oído se abriera de par en par al canto diverso del mundo animal de estas tierras; y como broche de oro, el canto magistral del grillo, a veces en solitario y a veces en conjunto formando una sinfonía imposible de describir.
Hacía un día maravilloso; un cielo azul intenso, el sol en su mayor esplendor, y el viento un magnífico privilegio... Solo podía exclamar ¡GRACIAS! a Aquel que creó tal belleza.
Para el sentido del olfato podría definirlo como extraordinario; un conjunto de aromas frescos y suaves, el cual, jamás podrá ser imitado por ningún hombre, ¡impregnaba el lugar! y todo ello, transportado por un suave viento que hacía que el sentido del oído se abriera de par en par al canto diverso del mundo animal de estas tierras; y como broche de oro, el canto magistral del grillo, a veces en solitario y a veces en conjunto formando una sinfonía imposible de describir.
Hacía un día maravilloso; un cielo azul intenso, el sol en su mayor esplendor, y el viento un magnífico privilegio... Solo podía exclamar ¡GRACIAS! a Aquel que creó tal belleza.
Me llamó la atención especialmente un pastor con su rebaño, un hombre rudo y poco sociable con la personas, pero para sus ovejas tierno, cálido y cuidadoso. Las ovejas lo sienten, y para ellas es... ¡su buen pastor!
¿Sabías que?
Algunos estudios han encontrado que la oveja tiene una memoria superior a
la de otros animales, pudiendo recordar acontecimientos de hasta 2 años
antes, y con la facultad de distinguir hasta 50 individuos distintos. También se
descubrió que las ovejas son capaces de sentir emociones y reflejarlas
según cómo actúen. Entre estas emociones se encuentran el amor, el
estrés y la tristeza.
¿Sabías que?
Las ovejas suelen ser muy sociables y ordenadas, si se detecta algún
peligro o animal extraño a la vista, el rebaño entero levanta la cabeza
para observar lo que está pasando. Si realmente es una amenaza, lo que
harán a continuación es reunirse formando un solo grupo y huir
coordinadamente.
¿Sabías que?
En la biblia la oveja fue de los primeros animales mencionado en el Antiguo Testamento.
En el nuevo testamento, Jesús se refiere a este animal, en pasajes como en Mateo 9:36, cuando nos narra: “Y al ver las multitudes, tuvo
compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas
que no tienen pastor”
Y por ello, El mismo Jesús se erigió como El buen pastor en Juan 10:11 que dice así: "Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas."
¿No fue exactamente esto lo que hizo Jesús?
Conclusión: ¡Cuán interesante es salir a andar por el campo!
Queridos lectores gracias una vez más por vuestra atención.
¡Buena semana! y...
chao, chao, chao
Bonita reflexión Soraya! Siempre es un privilegio poder observar la grandeza de la creación :)
ResponderEliminarGracias Carmen, si la verdad es que es un verdadero privilegio
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