Todo comenzó...
Un imponente árbol presidía la sala. Una decoración bien meditada, y un tren pequeñito dando vueltas alrededor del árbol, nos anunciaban que la navidad estaba cerca.
Todo comenzó un mes antes...
¡Tenían tanto que preparar!
Llegaba el día de decorar la casa como cada año. Es por eso, que no hubo más remedio que ir de tienda en tienda, para comprar aquellas cosas que necesitarían.
Las circunstancias no eran las mejores ni las más adecuadas, ya que la joven esposa, se encontraba convaleciente de una enfermedad que le aquejaba.
Llegaba el día de decorar la casa como cada año. Es por eso, que no hubo más remedio que ir de tienda en tienda, para comprar aquellas cosas que necesitarían.
Las circunstancias no eran las mejores ni las más adecuadas, ya que la joven esposa, se encontraba convaleciente de una enfermedad que le aquejaba.
Aún así, decidieron salir de compras. Pasaron a una tienda inmensa, y como estaba próxima la navidad, se encontraba llena de todo tipo de artículos navideños.
Buscaron el ascensor para subir a la primera planta; era muy pequeño, así que, ella montó sola y el resto decidió subir por las escaleras. Se dirijieron a la puerta del ascensor en la primera planta para recibirla. Nunca imaginaron lo sorprendidos que iban a quedar, cuando al abrirse la puerta descubrieran... que ella no estaba dentro.
Asombrados, sus miradas se entrecruzaron con una exclamación, seguida de un interrogante que podía verse en sus caras.
¡Que raro! la dejamos dentro del ascensor ¿No?
¡Tal vez cambió de opinión!
Comenzó la búsqueda por toda la tienda. Peinaron todos los pasillos uno a uno, cada cual por sitios diferentes. Era como si se la hubiera tragado la tierra, no hallaron ni una sola pista de cual podría ser su paradero.
Preguntaron a todos los empleados dando detalles de su ropa, cabello, y demás datos; mas... nadie la había visto ¡ni rastro de ella!
Salieron en su búsqueda al exterior por si acaso se le hubiera ocurrido salir de la tienda; pero nada de nada. Un escalofrío recorría el corazón de ellos. La desesperación y la angustia ascendía gradualmente e hicieron acto de presencia en sus cuerpos, pues la noche avanzaba velozmente sin tregua alguna. Una sola pregunta irrumpía en sus mentes sin lograr alcanzar ninguna respuesta.
Al abrirse la puerta del ascensor, ella se encontraba perdida y completamente sumida en sus pensamientos; divagaba y daba vueltas a una posible realidad:
¿Qué sucedería si se abre la puerta del ascensor y no me encuentran?
¿Dónde habrían de buscarme?
¡Uf! que escalofríante y angustioso debe de ser; pensó.
Volviendo en sí y considerando que solo era una posible realidad, sonrió, y continuaron felizmente con sus compras,
¡No había tiempo que perder!
Volviendo en sí y considerando que solo era una posible realidad, sonrió, y continuaron felizmente con sus compras,
¡No había tiempo que perder!
"Feliz Navidad"
En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Por medio de él, Dios hizo todas las cosas; nada de lo que existe fue hecho sin él. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla.
La luz verdadera que alumbra a toda la humanidad venía a este mundo.
Aquel que es la Palabra estaba en el mundo; y, aunque Dios hizo el mundo por medio de él, los que son del mundo no lo reconocieron. Vino a su propio mundo, pero los suyos no lo recibieron. Pero a quienes lo recibieron y creyeron en él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios. Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque Dios los ha engendrado.
La luz verdadera que alumbra a toda la humanidad venía a este mundo.
Aquel que es la Palabra estaba en el mundo; y, aunque Dios hizo el mundo por medio de él, los que son del mundo no lo reconocieron. Vino a su propio mundo, pero los suyos no lo recibieron. Pero a quienes lo recibieron y creyeron en él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios. Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque Dios los ha engendrado.
"Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros. Y hemos visto su gloria, la gloria que recibió del Padre, por ser su Hijo único, abundante en amor y verdad."
De su abundancia todos hemos recibido un don en vez de otro; porque la ley fue dada por medio de Moisés, pero el amor y la verdad se han hecho realidad por medio de Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo único, que es Dios y que vive en íntima comunión con el Padre, es quien nos lo ha dado a conocer.
(Juan 1: 1 al 17)
María Soraya
